Aprendiendo a tocar la mente en la época del Covid-19. (ll)
Continuando con los consejos sobre cómo aprender a conocernos y a llevarnos mejor con nosotros mismos, necesario en cualquier momento, pero, más aún en esta época de confinamiento y temor por nuestra salud, dedico este artículo a las sensaciones.
Las sensaciones son, junto con los pensamientos, los fenómenos que mayortariamente se expresan y percibimos en nuestra mente. Desde una sensación de picor a una sensación de dolor pasando por la alegria o cualquier emoción, todas ellas las percibimos en nuestra mente a modo de sensaciones. La mayoría de las sensaciones que percibimos van asociadas a un pensamiento (o, cuando menos, a una creencia). Por ejemplo, si experimento un dolor es normal que a la par tenga un pensamiento, tal como «me fastidia este dolor», «¿significará este dolor que estoy enfermo?» etc. Igualmente, si experimento una sensación agradable podré observar que pienso algo acerca de ella: «me gusta esta sensación», por ejemplo.
Cuando nos preocupa nuestra salud es normal que monitoricemos u observemos frecuentemente nuestras sensaciones, en busca de algún elemento, de alguna sensación que delate algún síntoma o indicio de enfermedad. Y en una situación como la actual es normal que cualquiera de nosotros se autoobserve más de lo habitual por si descubre en sí mismo algún síntoma del coronavirus que nos tiene confinados.
Normalmente, solemos responder ante las sensaciones que no nos gustan o que nos atemorizan con rechazo, y ello hace que se genere en nosotros un malestar innecesario. Por otro lado, permanecer atentos constantemente a nuestras sensaciones en busca de señales de alarma propicia que percibamos con mucha frecuencia sensaciones que nos alarmen, aun siendo por fortuna inocuas en la mayoría de las ocasiones. Dicho esto, si, además de estar todo el tiempo con la atención puesta en nuestras sensaciones, respondemos con rechazo a todas aquellas que consideremos peligrosas, aunque no lo sean, estaremos propiciando un clima de tensión y ansiedad en nosotros mismos dañino e innecesario. Desde que nacemos hasta que morimos nuestras sensaciones nos acompañan, tanto las que suponen placer y bienestar como las que suponen dolor o angustia, pero, rechazarlas y luchar interiormente contra ellas sólo añade agustia y sufrimiento innecesarios.
Por ello, es muy importante aprender a vivir con nuestras sensaciones, con nuestros dolores y con todas aquellas sensaciones que nos desagradan, incluída las que nos generan ansiedad y la ansiedad misma, pues, cuanto más las repudiemos y rechacemos más ansiedad y malestar nos provocarán, pudiendo llegar a tener por ese motivos verdaderos problemas de estrés y ansiedad. Y, al contrario, si las aceptamos, si permitimos que se expresen en nosotros sin ningún tipo de rechazo interior, no nos generarán malestar en forma de ansiedad añadida.
Por supuesto, aceptar y tolerar nuestras sensaciones no supone dejar de cuidarnos ni de consultar al médico ante cualquier síntoma o dolencia en general. En todo momento hay que seguir las recomendaciones del médico y de las autoridades sanitarias.
Por último, al igual que os aconsejaba con los pensamientos angustiantes, mantenerse activo y dirigir la atención hacia lo que estéis haciendo en el momento presente, puede ser una buena práctica para dejar de mantener el foco de atención puesto constantemente en las sensaciones.
Y eso es todo. De nuevo, espero no haberos aburrido demasiado.
Suerte y mucho ánimo.